Concierto REAL FILHARMONÍA DE GALICIA en Vigo
Joana Carneiro, directora
María Hinojosa Montenegro, acordeón
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I
BENJAMIN BRITTEN (1913-1976)
Les Illuminations op. 18
Fanfare: Maestoso (poco presto)
Villes: Allegro energico
Phrase: Lento ed estatico
Antique: Allegretto; un poco mosso
Royauté: Allegro maestoso
Marine: Allegro con brio
Interlude: Moderato ma comodo
Being Beauteous: Lento ma comodo
Parade: Alla marcia
Départ: Largo mesto
II
GUSTAV MAHLER (1860-1911)
Sinfonía núm. 4 en Sol maior
Bedächtig; nicht eilen
In gemächlicher Bewegung; ohne Hast
Ruhevoll
Sehr behaglich
Duración aproximada del concierto: 100 minutos (con pausa)
Le rogamos al público que no haga fotografías y que
desconecte los teléfonos móviles, relojes, etc.
REAL FILHARMONÍA DE GALICIA
La Real Filharmonía de Galicia se crea en el año 1996 en Santiago de Compostela, y tiene su sede permanente en el Auditorio de Galicia, en la ciudad de Santiago de Compostela. Está formada por cincuenta músicos de 17 nacionalidades diferentes. Baldur Brönnimann es, desde enero de 2023, su director titular y artístico; Maximino Zumalave su director asociado y Joana Carneiro la principal directora invitada. Con la orquesta colaboran los más destacados directores, cantantes e instrumentistas de todo el mundo.
La RFG está comprometida en acercar la música clásica a todo el territorio gallego, a los públicos más jóvenes y destaca, además, su compromiso con el patrimonio musical gallego.
Gestionada por el Consorcio de Santiago, la RFG está financiada por la Administración General del Estado, la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Santiago.
VIOLINES I
James Dahlgren, concertino
Adriana Winkler, ayuda de concertino
Anca Smeu **
Michal Ryczel
Ilya Fisher
Yulia Petrushevskaya
Claudio Guridi
Anna Alexandrova
Vitoria Jurov
Celia Montáñez ***
Ana Lasaosa ***
VIOLINES II
Grigori Nedobora *
Nikolay Velikov **
Samira Ajkic
Irina Gruia
Enrique Roca
Gyula Vadaszi
Kiyoko Ohashi
Helena Sengelow
Daniel Rodríguez ***
Ramón Rodríguez-Pena ***
Juan Pablo Calderón ***
VIOLAS
Tilmann Kircher *
Natalia Madison **
Ionela Ciobotaru
Timur Sadykov
Anne Schlossmacher
Iriana Fernández
Fernando Fresno ***
VIOLONCELLOS
Plamen Velev *
Barbara Switalska **
Manuel
Lorenzo Millán Abeledo
Thomas Piel
Carlos García
Iryna Morozova ***
CONTRABAJOS
Carlos Méndez *
Alfonso Morán **
Amador del Pozo
Pablo Rincón ***
FLAUTAS
Laurent Blaiteau *
Carmen Ferreiro (R)
Laura Lorenzo (R)
Carlos Cascales ***
OBOES
Esther Viúdez *
Avelino Ferreira (R)
Rosalba Olivares ***
CLARINETES
Vicente López *
Bernardino Assunçao (R)
Miguel Peñarroja ***
FAGOTS
Juan Carlos Otero *
Manuel Veiga **
Belén Carril ***
TROMPAS
Jordi Ortega *
Xavier Ramón **
Alfredo Varela *
Joan García ***
TROMPETAS
Javier Simó *
Ramón Llátser **
Carlos López ***
TIMBAL
José Vicente Faus *
PERCUSIÓN
Darío González (R)
Juan La. Vázquez (R)
Marta Prado (R)
Gonzalo Otero ***
ARPA
Bleuenn Le Friec (R)
* principal
** coprincipal
*** EAEM (Curso Avanzado de Especialización Orquestal)
(R) refuerzo
JOANA CARNEIRO, directora
La aclamada directora portuguesa Joana Carneiro es la principal directora invitada de la Real Filharmonía de Galicia. Es además la directora principal de la Orquesta Sinfónica Portuguesa en el Teatro São Carlos de Lisboa y directora artística del Estágio Gulbenkian para Orquesta desde 2013. De 2009 a 2018 fue directora musical de la Sinfónica de Berkeley, sucediendo a Kent Nagano como la tercera directora musical en los 40 años de historia da formación. De 2006 a 2018 fue directora invitada de la Orquesta Gulbenkian.
Compromisos recientes y futuros incluyen actuaciones con la Sinfónica de la BBC, Philharmonia, Sinfónica de Gotemburgo, Orquesta Sinfónica de Castilla y León, Real Filarmónica de Estocolmo (a quién dirigió en la ceremonia del Premio Nobel en 2017), Sinfónica de la Radio Sueca, Orquesta de Cámara Escocesa, Orquesta del Centro Nacional de las Artes de Ottawa y la Sinfónica Escocesa de la BBC.
Ha dirigido a la Real Filharmónica de Liverpool, Royal Philharmonic Orchestra, Filarmónica de Radio Francia, Ensemble Orchestral de París, Orquesta de Bretaña, Sinfónica de Norrköping, Orquesta de Norrlands, Orquesta de la Residencia de La Haya, Filarmonía de Praga, Sinfónica de Malmö, Orquesta Nacional de España y la Sinfónica del Teatro La Fenice en la Bienal de Venecia; así como la Filarmónica de Hong Kong, Orquesta de Cámara de Macao y la Orquesta de Beijing en el Festival Internacional de Música de Macao. En América dirigió la Filarmónica de Los Ángeles, Sinfónica de Toronto, Orquesta de Cámara de St. Paul, Sinfónica de Detroit, Sinfónica de Colorado, Sinfónica de Indianápolis, Orquesta de Cámara de Los Ángeles, Sinfónica del Nuevo Mundo y la Sinfónica del Estado de São Paulo.
En ópera, proyectos recientes incluyen Nixon en China (Ópera Escocesa, producción nominada a los Premios de la Royal Philharmonic Society), Castilllo de Barba Azul / Voix Humaine, Rake´s Progress (Teatro Nacional de São Carlos, Lisboa), Carmen (Real Ópera de Estocolmo), Wonderful Town (Real Ópera Danesa), El evangelio según la otra María (Ópera Nacional Inglesa, estreno mundial de la producción escénica de Peter Sellars), La pasión de Simón (Festival Ojai), Edipo Rey (Sidney, Premio Helpmann de Australia al Mejor Concierto de la Orquesta Sinfónica) y La Flowering Tree (Viena, París, Chicago, Cincinnati, Gotemburgo, Lisboa).
En 2010 dirigió puestas en escena de Peter Sellars de Edipo Rey y la Sinfonía de los Salmos de Stravinski en el Festival de Sidney, que ganó el Premio Helpmann de Australia al Mejor Concierto de Orquesta Sinfónica. Dirigió un proyecto vinculado al Festival de Nueva Zelanda en 2011 y, como resultado, fue invitada a trabajar con las Orquestas Sinfónicas de Sidney y Nueva Zelanda.
En 2002 fue finalista del prestigioso concurso de directores Maazel-Vilar en el Carnegie Hall. En 2003-2004 trabajó con los maestros Kurt Masur y Christoph von Dohnanyi y dirigió la Filarmónica de Londres como una de los tres directores elegidos para la Academia Internacional de Directores de la Fundación Cultural Allianz de Londres. De 2002 a 2005 fue Directora Asistente de la Orquesta de Cámara de Los Ángeles y Directora Musical de la Orquesta de la Fundación Jóvenes Músicos de Los Ángeles. De 2005 a 2008 fue miembro de la American Symphony Orchestra League en la Filarmónica de Los Ángeles, donde trabajó con Esa-Pekka Salonen y dirigió varias actuaciones en el Walt Disney Concert Hall y en el Hollywood Bowl.
Natural de Lisboa, comenzó su formación musical como viola antes de recibir su título de directora de la Academia Nacional Superior de Orquesta en Lisboa, donde estudió con Jean-Marc Burfin. Recibió su master en dirección de orquesta de la Northwestern University como alumna de Victor Yampolsky y Mallory Thompson.
Realizó estudios de doctorado en la Universidad de Michigan, donde se formó con Kenneth Kiesler. Ha participado en clases magistrales con Gustav Meier, Michael Tilson Thomas, Larry Rachleff, Jean Sebastian Bereau, Roberto Benzi y Pascal Rophe.
En 2010 recibió el Premio Helen M. Thompson, otorgado por la League of American Orchestras y que reconoce a prometedores directores. En 2004 fue condecorada por el presidente de la República Portuguesa con el Encargo de la Orden del Infante Don Henrique.
PROGRAMA DE MANO
El más influyente de los representantes del eclecticismo moderno inglés de mediados de siglo fue Benjamin Britten. Su creación, en su inspirador Henry Purcell y en la utilización de formas y lenguajes adquiridos de la tradición, no se inscribe en la estética neoclásica europeísta de la época, sino que depende de la capacidad de aprovechar las oportunidades que el lenguaje musical ofrece. El compositor inglés tiene una visión poética del mundo similar a la del romántico Schumann, en la que los ritmos internos de las palabras y los valores semánticos quedan citados sutilmente en la música, que expresa el sentido interno y psicológico del argumento. En opinión de muchas de las personas estudiosas de la obra de Britten, sus más fondos conflictos personales se filtran en la singular obra para voz y orquesta Les Illuminations op.18, exquisitas miniaturas en las que rinde homenaje a los sonidos y colores de la música.
La música se desarrolla con la idea de accesibilidad, huye del concepto de ocultación que envolvía las vanguardias atonales del siglo XX y procura un resultado que pueda satisfacer a profesionales y aficionados, al tiempo que a sí mismo. La partitura de Les Illuminations fue concebida durante su estancia en Estados Unidos y completada en octubre de 1939. Durante esta etapa, llamada «época oscura», la música de Britten refleja la confusión emocional en la que se encuentra inmerso tras su voluntario exilio americano, huyendo del creciente fascismo que amenazaba Europa. Resulta, en este sentido, muy significativa la elección de los textos de Jean-Arthur Rimbaud, el más rebelde de los «poetas malditos», con un lenguaje simbolista llevado al extremo.
Les Illuminations es una colección de poemas en prosa, inconexos, que describen visiones, sugerencias, hasta pequeños desvaríos. Sobre este texto cargado de símbolos, que desafía, sin duda, la fácil compresión, el compositor despliega toda su orquestación efectista. La armonía se centra en las tríadas mayores de si y mi, dando como resultado esa sensación de hilaridad y confusión que se presenta desde la Fanfare del comienzo. Otro gesto irónico se encuentra al final de Phrase, cuando la voz alcanza el si agudo en et je dance, a modo de exclamación. En un juego alegre y desvergonzado, Britten le dedica esta controvertida parte a Scherchen, músico especialista en compositores del siglo XX. La relación de casi cuarenta años del compositor con el tenor Peter Pears dio como resultado algunas de las piezas vocales más extraordinarias e importantes del siglo pasado, y fue a él a quién dedicó el sublime y sugerente movimiento Being beauteous, constituyendo así una pública declaración de amor. La crítica a la sociedad de falsa moral se hace manifiesta en la selección de versos como Parad o Royaute, pero todo el texto de Rimbaud, simbólico en sí mismo, encuentra de este modo otra dimensión otorgada por el propio autor, acusado en esta obra de encontrar soluciones musicales a problemas personales. La música acompaña en todo momento los versos, en ocasiones de un modo casi descriptivo, como en Marine o en el citado Being beauteous («silbidos de muerte y círculos de música sorda»).
Gustav Mahler era el segundo de los hijos de una familia numerosa judía, sin tradición musical, y vio fallecer a seis de sus hermanos, lo que deja una pesada huella en su endeble ánimo y añade un malestar vital a su sentimiento apátrida, tal y como escribió: «…como bohemio en Austria, como austríaco en Alemania y como hebreo en el mundo». Cerca de los veinte años, tras estudiar con Bruckner, fue propuesto para la dirección en Bad Hall (Austria) y, desde ese momento, llegaron ofertas de Praga, Leipzig, Budapest o Hamburgo, hasta que en 1897 (año de su conversión al catolicismo) fue nombrado director de la Ópera de Viena. Cuando comenzó a trabajar en la Cuarta Sinfonía en 1899, Mahler ya llevaba dos años ocupando ese puesto que tanto había deseado, redescubrio Viena como su ciudad adoptiva y fue admirado por convertirla en centro referente musical de Europa. Desde esa perspectiva, parece reconocible la huella que la capital austríaca dejó en esta sinfonía con su lirismo pastoril y su desenfado; una pieza casi completamente optimista y contenta, pero no esa alegría feroz y triunfante que cierra la Segunda Sinfonía, ni la exaltación que finaliza la Tercera. Esta está impregnada de una alegría sencilla e infantil, que alcanza su expresión más pura en la canción del cuarto movimiento. Se hace necesario recordar que en esta Cuarta Sinfonía, como en la Segunda y en la Tercera, la voz humana está integrada en el tejido orquestal; música vocal que desaparecerá en las siguientes obras sinfónicas.
En estas sinfonías, conocidas como Sinfonías Wunderhorn, Mahler trabaja sobre más de veinte composiciones que hizo sobre Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico de la juventud), una recopilación de poemas populares alemanes, realizada por los poetas Achim von Arnim y Clemens Brentano en el inicio del siglo XIX. Estos textos llenos de referencias al amor, a la naturaleza, a la infancia, a la juventud, al humor, a la piedad, a la alegría, etc. parecen recoger todo lo que conmovía a Mahler, viéndolos como símbolos de eventos de su propia vida; y en ellos está el origen de esta Sinfonía núm. 4, pues sus tres primeros movimientos fueron escritos entre 1899 y 1900 para completar una versión orquestal, de 1892, del poema De las himmlische Leben (La vida celestial). Originalmente, era una canción para soprano y orquesta que, en 1896, incluyó como séptimo movimiento de la Sinfonía núm. 3, abandonó la idea y lo llevó al final de la Cuarta y, según el propio compositor, los tres primeros movimientos sirven como preparación para esta canción. El movimiento de abertura, en forma de sonata tradicional compleja, presenta una asombrosa claridad en la orquestación en una cadena de buenas melodías a través de dos ideas principales, una más melodiosa introducida por las cuerdas y otra más sonora y fluida liderada por los violonchelos. Una sombra se cierne sobre el segundo movimiento, una especie de scherzo a ritmo de ländler, con el violín afinado más alto para «evocar el sonido de un violín de calle, interpretando una horrorosa danza de la muerte» según el compositor. Con el tercer movimiento llega la esencia de la música de Mahler, serena, seria y profunda, y él mismo señalaba que este movimiento «ríe y llora al mismo tiempo», ya que al tema de abertura, inmóvil y meditativo con su passacaglia, lo siguen un segundo tema de carácter abiertamente agobiado y dos grupos distintos de variaciones sobre el tema principal. La coda anuncia el motivo principal del movimiento final, su repentina modulación desencadena el único tutti genuinamente fuerte de la sinfonía y abre las puertas del, quizás, único paraíso accesible a los vivos: la ingenuidad de la infancia y la música popular. Mahler, en el último movimiento, confía la visión a la soprano a quién le pide «una expresión alegre e infantil, desprovista de actuación»; una hermosa y sencilla composición, rica en invención melódica, con una luminosa y radiante coda, que convence de que la música terrenal no puede compararse a las esferas edénicas, un final que podría mostrar que personas como Mahler, que aceptan de buen grado frustraciones, desamores, dudas y tragedias de la condición humana, pueden disfrutar en un plano celestial.