MANUEL ABELENDA

Formado en la Escuela de Artes y Oficios de A Coruña, Manuel Abelenda se interesó desde niño por el dibujo y por los trabajos artesanales. Las ayudas de la Diputación y de la Real Academia de Bellas Artes coruñesas le permitirán perfeccionar su formación en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y en la Academia de España en Roma, aunque el estallido de la Primera Guerra Mundial le obligará a recortar su estancia en la capital italiana. A lo largo de su carrera sería galardonado con distintas becas institucionales que le permitirían viajar por Francia, Suiza o Bélgica y será en 1941 cuando entre a formar parte de la sección de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de su ciudad. Fijar su residencia en la localidad coruñesa de Perillo le posibilitará estar en contacto directo con la naturaleza y el ambiente rural y marinero, motivos que influirían directamente en su obra.

Abelenda se encuadra en el movimiento novecentista, que a comienzos del siglo XX continuó la tradición realista y costumbrista frente a las innovaciones de las vanguardias artísticas, a las que fue completamente ajeno. Asimismo, participó en la reivindicación de las peculiaridades de la topografía y etnografía gallegas, reclamando la idiosincrasia y personalidad propia de Galicia, una búsqueda de identificación que también se reflejó en la literatura. Fueron el paisaje y el costumbrismo los que definieron la pintura de la época a nivel nacional.

Es precisamente el género del paisaje el que prevalece mayoritariamente en la producción de este prolífico autor, donde las marismas de las Rías Altas y de las Rías Baixas, los bosques frondosos o las riberas de los ríos protagonizarán casi en exclusiva sus obras. Convencido de que el artista tenía que estar en contacto directo con el medio natural, Abelenda salía a trabajar al exterior, empleando técnicas de raíz impresionista y modernista para interpretar las vistas y plasmarlas de forma sintética, filtrando posibles defectos, recreando la naturaleza con escasas líneas y una reducida gama cromática, interesándose por el comportamiento lumínico de la atmósfera y el agua, influido, en este caso, por colegas como Muñoz Degraín o Lloréns.

Las nueve obras pertenecientes a esta colección, en las que recrea las rías gallegas, reflejan las características estilísticas de este autor. Compositivamente, se articulan horizontalmente, aunque en varias dispone altos árboles en primer plano enmarcando las vistas, motivo recurrente en sus paisajes, potenciando el efecto de profundidad. A éste también contribuyen el difuminado de los fondos, la recreación de neblinas y de las masas acuáticas en los medios planos, así como el empleo de una paleta de grises, azules, verdes y ocres nada estridentes, que facilitan la transición entre unos primeros planos más oscuros o sombreados y unos medios y últimos más luminosos. Cabe destacar que en la obra titulada Carreteiros, Abelenda retrata uno de los oficios típicos de la época, acercándose así a la estructura social gallega en la que vivió.