VICENTE ARNÁS

Vicente Arnás estudió Artes y Oficios en su ciudad natal, aunque se define como autodidacta, destacando su faceta como dibujante, lo que le facilitaría su ingreso en el ámbito publicitario en el que trabajaría en el inicio de su carrera. Ha trabajado principalmente la pintura y el grabado, técnica esta última en la que destaca la serie Tauromaquias.

Entre los reconocimientos que ha recibido a lo largo de su carrera se encuentran la Medalla de Honor del Premio de Pintura BMW, el Primer Premio de la Real Maestranza de Sevilla, el Primer Premio de Pintura del Ejército o el nombramiento como académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Su obra se conserva en colecciones públicas y privadas como la del Museo de Arte Contemporáneo de Sasamón (Burgos), la del Museo de Jaén, la de Calcografía Nacional, la del Ministerio de Defensa o la del Museo Español del Grabado Contemporáneo de Marbella. Asimismo, su participación en exposiciones ha sido constante desde que en 1976 celebrase su primera muestra en la madrileña sala Macarrón, principalmente a nivel nacional, y su obra se ha exhibido en galerías e instituciones de ciudades como Ourense, Madrid, Alicante, Sevilla, Gijón o León, entre otras. Integrante del grupo Nueve Expresiones, participó con sus miembros en diversas muestras colectivas, así como en viajes en los que recorrieron toda Europa.

Experto dibujante, Arnás ha desarrollado un estilo propio en el que destaca su amor por el detalle y por la recreación de atmósferas oníricas en las que habitan seres de inspiración histórica que parecen salidos de obras de grandes maestros de la pintura como Velázquez, Arcimboldo o Watteau, entre otros. Las escenas se vuelven atemporales y se desarrollan sobre fondos indefinidos, lo que permite al autor recrearse en expresiones, indumentarias y objetos de reminiscencia antigua recreados con toda la minuciosidad.

La sobras Los alguacilillos y El clan, ambas fechadas a comienzo de la década de los años 90, responden a las características mencionadas. En la primera de ellas, el autor dispone en un primer plano las figuras, que en realidad se trata de la misma reflejada en un espejo. Elegantemente vestida, recuerda el uniforme de los alguaciles del siglo XVII, tocado con chambergo de plumas e impoluto cuello blanco rematado con encaje. Ante esta figura dispone una pieza de caballo de ajedrez, que simbolizaría el animal sobre el que debería de realizar el paseíllo por la plaza. La alta capacidad técnica de Arnás se refleja en la minuciosidad de la indumentaria, en la expresión del rostro y en la aplicación del color, que destaca principalmente en el penacho de plumas, así como en el empleo de diversas técnicas que se complementan, como el gouache, el pastel o la acuarela en una misma composición.

En la segunda obra, un hombre retratado de perfil, con hábito de obispo y una cola de pez a modo de mitra, se acompaña de diferentes figuras de animales como una cigüeña o un mono, logrando una composición onírica que recuerda a las escenas recreadas por El Bosco o Arcimboldo, lograda a través de su estilo particular donde una vez más queda constancia su pericia con el dibujo y la pincelada minuciosa que logran un realismo de alta calidad.