ALEJANDRO CARRO
Carro Rodríguez, Alejandro
( Lugo, 1964 )
Biografía
Se traslada al País Vasco para cursar la carrera de Bellas Artes en la Facultad de Bilbao, donde se licencia en las especialidades de Pintura y Escultura en 1990. Una vez finalizados sus estudios comienza su labor docente en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño Antonio Faílde de Ourense. Asimismo, también será profesor en la Escuela Pablo Picasso de A Coruña y en la Escuela Ramón Falcón de Lugo —ciudad donde establecerá su residencia—. En 1990, recién finalizada la carrera, participa en el VI Certamen de Artes Plásticas Xuventude 90 y resulta premiado en la selección de Pintura; obtendrá otros galardones como el primer premio en el I Certamen de Artes Plásticas Cidade de Lugo (1993) o el premio adquisición en el VII Certamen de Artes Plásticas Isaac Díaz Pardo (2001). Su primera exposición individual la realiza en la Sala Nasa de Santiago de Compostela en 1994. A lo largo de su trayectoria participa en muestras tanto individuales como colectivas y ferias de arte contemporáneo en España y en el extranjero en países como Italia, Francia, Portugal o Estados Unidos; logra exponer en el Aeropuerto J. F. Kennedy y otros espacios de Nueva York. Su obra se encuentra representada en la Colección Caja Castilla-La Mancha, Colegio de Arquitectos de Galicia, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Lugo, Xunta de Galicia y en las universidades de Nueva York y A Coruña, entre otras, así como en distintas colecciones privadas.
La pintura de Alejandro Carro, cargada de misterio, simbolismo y con una temporalidad fragmentada, muestra una constante preocupación social y una recurrente reflexión sobre el oficio del pintor. Con el paso de los años su obra ha ganado en complejidad, con un discurso mucho más matizado y rico. Combina la abstracción con la figuración mediante una elaboración minuciosa y un fuerte cromatismo de amarillos, naranjas, verdes, azules y negros. Se aleja de las técnicas de reproducción mecánica y mantiene una directa relación con el óleo trabajado sobre la madera. A través de imágenes pintadas de manera realista y ubicadas en fondos orgánicos muy texturados o neutros y geométricos —contrapone lo orgánico con lo geométrico, la luz con la sombra, etc.— potencia su virtuosismo técnico y parece querer mostrarnos que realizar una pintura veraz resulta mucho más complejo que el retratar, desde connotaciones propias de la fotografía, una temática determinada. Sus imágenes de ámbitos irreales parecen envejecidas; todo simula estar abandonado y degradado por el inexorable transcurrir del tiempo.
La obra pictórica sin título de 1999 que hallamos en la Colección Afundación pertenece a la serie Evocaciones. La evocación requiere mirar hacia atrás y conlleva descubrir, en este caso, algo que puede tener interés a nivel estético. El autor representa con su personal paleta cromática, cargada de amarillos, rojos y negros, una serie de figuraciones —algunas fidedignas y otras muy esquemáticas— entre las que destacan dos imágenes de unas niñas, plasmadas con un realismo casi fotográfico, que sitúa inmersas en un espacio irreal pictórico lleno de gestos, goteos, texturas y geometría, de tal manera que esas imágenes, que parecen instantáneas, adquieren un nuevo y sugerente significado en una pieza que aúna las bases conceptuales de su discurso artístico: evocación, fragmentación y transformación.
Bibliografía
II EXPOSICIÓN de Pintores Lucenses, Círculo das Artes, Lugo, 1998.
ROZAS, M.: Disfrazadas ambigüedades (catálogo), Casa de Galicia, Madrid, 1999.
SARMIENTO, R.: Con perfil humano (catálogo), III Foro Atlántico de Arte Contemporánea, 1997, A Coruña.