ANTÓN FAÍLDE

Su infancia transcurrirá en Piñor, en las tierras de Ourense; es, en ese contexto, en el que se iniciará en el oficio de cantero, lo que influirá en un modo determinado de trabajar, formación que vería ampliada con sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Ourense. Ya hacia 1926 cuenta con un taller propio. Su obra va a entroncarse en lo popular —cruceros, niños, maternidades…—, trabajando en materiales varios —piedra, madera, mármol, bronce—, con la mirada puesta en lo medieval, fundamentalmente, el Románico, y basando su ejercicio en un lenguaje que transita entre el gusto por lo primitivo y lo expresionista. Entre los años 1940 y 1956 será profesor de modelado y vaciado en la Escuela de Artes y Oficios de Ourense; es, por entonces, un reconocido maestro, especialista de la talla directa, básicamente en piedra.

Los años que transcurren entre 1950 y 1960 se consideran decisivos en su obra; es este el tiempo en que presenta importantes exposiciones: Vigo (1950), Madrid (1953), Barcelona (1955) ... También realiza obras monumentales como el crucero del pazo de San José de Vista Alegre (Tui, 1957). Se ha puesto en valor su modo de tratar, por entonces, lo figurativo, con una cierta intencionalidad simbólica y una valoración de lo inacabado. En 1953 afirma que «Ahora es cuando empiezo; ahora es cuando ya siento que de verdad hago algo y cuando espero de verdad hacer mucho más». Se ha dicho de su obra, realizada en estas fechas, que refleja ternura y religiosidad; unas veces, expresada en bulto redondo y, otras, en relieve.

La consolidación de un lenguaje propio se encuadra, desde el criterio de M. Victoria Caballo-Calero, entre 1960 y 1968, un periodo que se abre con su exposición en la Sala de la Dirección General de Bellas Artes en Madrid y de la que derivarán los múltiples encargos que desarrollará para el Instituto Nacional de Colonización. Será en 1965 cuando lleve a cabo el monumento al gaitero en Ribadeo, obra proyectada en 1964; en su escultura se hace más reduccionista en lo formal, algo que no excluye el mantenimiento de esas claves personales que enraízan su hacer en lo popular, lo primitivo, con un gusto evidente por formulaciones simples, inmersas en un cierto simbolismo aplicado a formas muchas veces voluminosas y redondeadas. Con la exposición realizada en Madrid en el año 1968 cabe cerrar este periodo; de aquella muestra, se dice, que en la obra de Failde primaba, especialmente, el sentimiento. Su última década, 1969-1979, la ocupa atendiendo, fundamentalmente, a encargos en los que perpetúa el proceso de depuración formal ya prefijado.

Esta colección de Afundación contiene Maternidad de 1950, un tema que será muy característico en su producción. Hay, además, Joven sentada (1975), Niño sentado (1976) y Mujer pensando (1977), en los que expresa su amor por el desnudo y por una figuración simple y de formas redondeadas.

José Manuel García Iglesias