MARC QUINTANA

Hijo del reconocido artista plástico gallego Manuel Quintana Martelo, nace en Tarragona y en la actualidad reside y trabaja en Sant Cugat del Vallés (Barcelona), aunque su vínculo con Galicia ha sido y es muy fuerte. Dentro de su formación, principalmente centrada en pintura y grabado, realiza una serie de talleres artísticos junto a Joan Hernández-Pijoan y Carlos Capelán en el CGAC de Santiago de Compostela, así como otros en Nueva York, Bergen (Noruega) y Noia (A Coruña). En el año 2001 realiza su primera exposición individual en la galería Sargadelos de Monforte de Lemos (Lugo), y ese mismo año participa en sus primeras exposiciones colectivas, a las que les siguen numerosas muestras tanto a título individual como colectivo y ferias de arte contemporáneo. Entre sus galardones cabe destacar el segundo premio de grabado del Liceo de Noia (A Coruña) y la mención de honor en la Bienal d´Art Premi Tapiró (Tarragona). Es seleccionado para el VIII Salón Internacional Aceas (Barcelona), el II Premio Auditorio de Galicia (Santiago de Compostela) y el XIV Premio Telax de Arte Contemporáneo y Vanguardista (Reus). Su obra se encuentra representada en las colecciones de la Televisión de Galicia (Santiago de Compostela), Aeropuerto de Peinador (Vigo), Escuela de Arte de Sant Cugat (Barcelona), El Correo Gallego (Santiago de Compostela) y de El Dominical (Barcelona), entre otras.  

Podemos entender la obra de Marc Quintana como una representación visual subjetiva de la sociedad actual. El artista reflexiona sobre la globalización, la publicidad, la tecnología y la identidad en una sociedad hiperconectada a través de la confrontación de distintos —en relación con las contradicciones del mundo actual—: figuración/abstracción, geometría/gestualidad, blanco y negro/color, pintura/ fotografía o infografía, materia/planitud, etc. En sus inicios apuesta por establecer un diálogo entre el arte abstracto y la imagen infográfica o la fotografía. De este modo, sobre paisajes en blanco y negro de grandes urbes o espacios naturales abiertos a la infinidad introduce con acrílicos formas geométricas planas, estáticas y con fuertes contrastes cromáticos. Posteriormente introduce la figura humana, así como la iconografía urbana, muy vinculada al graffiti, y fragmenta el espacio en dos —que alude a la dicotomía recurrente de sus obras—; como en sus series Ad Hóminem o Tokyo. En los últimos años abandona el ordenador para representar mediante una técnica mixta —con múltiples referencias al arte urbano— misteriosos y desolados escenarios habitados por individuos urbanitas solitarios y sin rostro, deshumanizados. 

Las dos obras del autor que integran la Colección Afundación pertenecen a la serie Tokyo (2008). En ellas el espacio del cuadro se muestra fragmentado por la mitad; en la mitad derecha aparece una fotografía en blanco y negro de la ciudad de Tokyo, y en la otra mitad Quintana representa, con una economía de trazos y una estética muy pop que recuerda a las serigrafías de Warhol, dos figuras humanas —una de ellas se parece notablemente al célebre artista Jean-Michel Basquiat—, enmarcadas por dos bandas horizontales negras, en grises y negros planos, sobre las que aparecen una serie de palabras, tags, drippings y líneas geométricas con una paleta intensa y fuertemente contrastada.