MERCEDES RUIBAL

Miembro de una familia de grandes inquietudes artísticas: su padre era un apasionado de la música y la literatura, su madre una pintora naif, su hermano José dramaturgo y su hermana Ángeles cantante. Su infancia y adolescencia transcurren en Xeve hasta que, como consecuencia de la Guerra Civil, emigra a Argentina. Se inicia en la pintura en Buenos Aires con Laxeiro como amigo, mentor y maestro. Allí realiza su primera individual en la sala Rose Marie en 1956. Regresa a Galicia en 1957 y, tras realizar una serie de exposiciones en Vigo, se traslada a Madrid donde trabaja como diseñadora de cerámica, visita repetidamente El Prado, y establece una relación con los artistas de las tertulias del Café Gijón. En 1959 se casa con el arquitecto y pintor Agustín Pérez Bellas. Vivirán principalmente en Vigo, aunque conservarán vivienda en Madrid. Recorren medio mundo y residen en Roma, donde entablan amistad con Alberti —quien le dedica poemas y escribe sobre su pintura— y realiza exposiciones de notable éxito. En Vigo frecuenta la Taberna de Eligio, donde se relaciona con Lugrís, Laxeiro o Lodeiro. Su intensa vitalidad la lleva a pintar, escribir y a viajar. Su peculiar personalidad aparece reflejada en su texto Confesiones de volatinera con bragas de repuesto al dorso (1978) ilustrado por Pérez Bellas. Ha mostrado su obra en destacadas ciudades gallegas, así como en Madrid, Buenos Aires, Roma, Florencia, Lisboa, París o Londres, y ha sido galardonada con el segundo premio Kramer en la Bienal Hispanoamericana de Arte de 1964, Premio Reconquista y nombrada viguesa distinguida en 1992. Su pintura figura en colecciones como la del Museo Provincial de Pontevedra, Museo Carlos Maside en A Coruña, Museo Municipal de Vigo Quiñones de León, Museo de Arte Contemporáneo de Chile, Museo de Arte Contemporáneo de Nicaragua, y en colecciones privadas.

Su pintura se caracteriza por un expresionismo muy personal, irónico, y crítico donde la influencia primitiva y del románico se evidencia en los rostros aniñados de sus personajes. Discípula de Laxeiro, encuentra otros de sus referentes en Rouault y en el Goya de las pinturas negras. Sus composiciones se suelen situar en espacios imprecisos donde plasma a sus personajes a través de un esquemático dibujo, una pincelada corta y un colorido en el que predominan el negro, el carmín y el azul. Fiel a su época y a sus convicciones políticas, la denuncia y la crítica social hacen acto de presencia en su producción.

En la Colección Afundación figuran cinco obras. La más temprana, Figuras (1980), un grabado —técnica menos frecuente en esta autora— en el que se aprecian sus características figuras femeninas y expresivas caras de ojos rasgados y mejillas remarcadas, junto a motivos vegetales. En Mujer (1981), una figura femenina con ornamentos vegetales en su cabeza y flores en la mano (forman parte de su iconografía más habitual) parece elevarse en un sombrío espacio —propio de sus composiciones— con una luz al fondo. El virtuosismo y la belleza decorativa definen Hermanas y Danza, de 1990, de nuevo sobre un fondo oscuro resaltan bajo una perspectiva frontal los cuerpos de dos niñas llenos de puntos de variados colores y flores como adorno. En Bosnia I (1993) reflexiona sobre los horrores de la guerra, las figuras se esquematizan y se vuelven casi grafismos en los que se adivinan rostros con miradas profundas y bocas semiabiertas en una abarrocada composición de colores exultantes (que roza la abstracción completa).