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Cinco muchachos se agrupan en un interior tocando la armónica. Los personajes, concentrados en una melodía, se imponen de inmediato al espectador por sus notables dimensiones con respecto al fondo del cuadro. Sus figuras, en distintas posturas, jalonan el espacio dejando que el aire circule entre ellas, integrando los valores de la forma y un lirismo interior característico con acorde parco y hondo de colores marrones, negros, azules y blancos, dejando la huella del gesto con toques de gran soltura.
Reproducciones
"Colección Caixavigo. Pintura-Escultura-Dibujo". Tomo 3, página 55.