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Le gusta a Pousa pintar al aire libre, especialmente las tierras del Baixo Miño, que tanto ama y que producen en él un efecto fascinante. Parte siempre de una primera sensación, de un registro sensorial, que después elabora minuciosamente. Campos y enclaves boscosos se ordenan en el paisaje delimitado en el horizonte por las formas suaves de las montañas, en una composición ajustada que mantiene el efecto de profundidad de la vista. En el primer término destaca un fragmento de vegetación con marrones, azules, verdes y amarillos, de pinceladas cortas, cargadas de materia, que dejan patente el vigor del gesto con esa intimidad con la naturaleza tan propia del arte de Pousa.