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La obra, que nace directamente de la vida, de la observación sincera de la realidad, se apoya en los tres ejes básicos de preocupación plástica del autor, luz, color y forma para expresar, desde lo concreto, un sentimiento universal.
En un violento primer plano se presenta a una joven "pescantina" sosteniendo sobre la cabeza su seña de identidad, la "patela". Su mirada seduce de inmediato por sus impresionantes ojos y su porte directo y orgulloso, en actitud de pose, totalmente consciente de que está siendo observada.
La figura, bien construida, sólida y monumental, delata el dominio del dibujo. La pincelada, suelta e impresionista, juega con el color para definir los rasgos, buscando el contraste cromático entre los tonos verdes del fondo con los rojos del vestido.
Los cabellos, largos y sensuales, permiten traspasar la luz que envuelve a la figura y genera, en torno a la joven, un halo luminoso que la convierte, al igual que las "pescantinas" de Colmeiro, en una figura atemporal, símbolo de todas las mujeres del mar.