Paisaje con desnudos
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En un paisaje ideal se sitúan cinco bañistas, hermosas mujeres que muestran sus cuerpos desnudos en un escenario que podría representar un mundo mítico, un paraíso lleno de erotismo.Las bañistas se disponen en diversas posturas, acostada, sentada, saliendo del agua, de espaldas.... realizando diferentes estudios de anatomía. Las poses están ensayadas, haciendo referencia, en todo momento, a representaciones iconográficas clásicas, siendo inevitable, el homenaje a la pintura francesa, a las bañistas de Renoir, a las odaliscas de Ingres, e incluso, a Manet, en su Desayuno Campestre, en ese protagonismo compartido entre figura femenina y paisaje.
Los cuerpos consiguen atrapar la luz y se convierten en puntos luminosos y nacarados que transmiten una impresión de calidez y carnosidad que resalta sobre el entorno. Sin embargo, lejos de situarse en un segundo plano, la naturaleza alcanza un papel preeminente por la riqueza y la minuciosidad con la que está presentada. Los matices cromáticos son infinitos y se derraman por toda la composición que disfruta de tonos imposibles. Los verdes de la vegetación se combinan con los azulados del agua, que conviven con los rosados, y los azules se mezclan con los violetas de la ladera, que marca el último término de la obra y acentúan la sensación de distancia.
La pincelada es impresionista, nerviosa y pequeña, captando todos los detalles de la floresta, describiendo la sensualidad de este rincón de ensueño que recuerda a la representación de los juegos de un grupo de Ninfas o al baño de la Diosa Diana acompañada de su cortejo.