Retrato de caballero

- INV:
- 2642
- Año de creación:
- 1945
- Dimensiones:
- 66 x 85 x 0
- Técnica:
- Óleo sobre táblex
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Considerado como uno de los mejores retratistas de la pintura española, este admirador del arte barroco dejará entrever en sus retratos la influencia de sus viajes a Holanda y sus conocimientos de la pintura flamenca y española, de Franz Hals y de Velázquez de los que aprende que el retrato, más que una representación física, es una introspección psicológica. Sotomayor se adentra en la personalidad del retratado a través de una composición cuidada en extremo, escrupulosamente pensada y medida en la que persona y obra adquieren la misma identidad, son uno mismo.En el retrato mantiene un esquema fijo que consiste en situar al personaje a la derecha del cuadro, de medio cuerpo y en un primer plano, relegando el paisaje hacia el fondo. Destaca la dignidad del representado, en este caso sobriamente vestido con corbata y abrigo, de porte serio, su rostro es amable esbozando una media sonrisa y seduciendo con sus ojos de un azul transparente.
El fondo no es neutro, no funciona como elemento decorativo sino que adquiere en la obra un valor fundamental. Paisaje y personaje se identifican convirtiendo a la naturaleza una metáfora de la personalidad del retratado. La montaña y el árbol simbolizan valores como la estabilidad, la solidez y la nobleza y a la vez, remiten a la pintura del barroco, al paisaje de la sierra de Guadarrama que Velázquez empleaba como fondo de sus retratos reales.
La obra es un ejemplo de la capacidad técnica y de la riqueza cromática del autor. Si en sus primeros trabajos Sotomayor recurría a una pincelada suelta, su evolución le llevó hacia una pintura más detallista, acabada y relamida. La pincelada describe el óvalo del rostro, las modulaciones de la luz sobre la frente, el brillo de la mirada y todo ello confiere volumen y corporeidad a la imagen.
El contraste cromático se determina mediante dos niveles lumínicos. Frente al árbol y al caballero, que se mantienen en semipenumbra, la luz se concentra en el paisaje de fondo en el que domina una paleta caliente de rosas y naranjas impuestos mediante un trazo suelto y dinámico que desentona con la pincelada segura de ocres y pardos del primer plano.
Sotomayor, como un cronista de su época, no solo presenta imágenes individuales sino tipos y caracteres que definen la España de su tiempo.