El remanso

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Imposible de aprehender, la naturaleza se convierte en el escenario sugerente, en el objeto de inspiración, siempre cambiante y generosa como una musa de múltiples caras, formas y colores.

La vegetación y su reflejo en el agua es el tema de seducción, el centro de interés del autor que despliega toda su sabiduría para atrapar la extraordinaria vitalidad del paisaje, la sensación de atmósfera, de verdad, en una obra en la que no existe dibujo previo, trabajada directamente con el color, captada in situ en un entorno que describe un ritmo ascendente, vertical, marcado por los árboles que proyectan sus esbeltas siluetas en el remanso.

El verde intenso, brillante, de la masa arbolada se enriquece con toques rosados y morados creando un ambiente cálido y veraniego. Los azules intuidos entre la espesura muestran un cielo luminoso que se enreda en el follaje permitiendo el paso del aire, generando sensaciones de profundidad. La pincelada suelta, impresionista, empastada de color, llega casi a rozar la abstracción en su deseo de plasmar la frondosidad del bosque, la vivacidad de las tonalidades verdosas reproducidas, como en un espejo, en la superficie del río que delata la presencia de puntos de luz directa al combinar matices plateados con el blanco del lienzo, con espacios vacíos cargados de significado.

Toda la paz y el silencio el mundo parecen emanar de esta visión de ensueño, de este paraíso lleno de belleza y armonía.