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La contemporaneidad del papel de periódico sirve como base para que el autor despliegue su particular visión del mundo, de su entorno cercano que es Vigo, ciudad atlántica, dinámica y cambiante.
El puerto olívico se concibe sobre el fondo impreso que le otorga un carácter diferencial, innovador, superando el tratamiento convencional del tema. Semioculto por la atmósfera gris líquida, opaca, que se extiende como una bruma plomiza, la visión del muelle se altera con la disposición del cableado que introduce el componente de la modernidad. La proximidad del núcleo urbano, del espacio densamente poblado refuerza la impresión de profundidad, convirtiendo a la zona portuaria en un escenario de confusiones donde los mástiles, las embarcaciones, la arquitectura conforman un todo de ritmos envolventes.
La obra disfruta de la precisión de la pincelada que discurre sobre el soporte beneficiándose del juego de manchas, del gesto medido que impone un ritmo rápido, dinámico, casi desaliñado. El cromatismo neutro de grises y blancos inunda toda la pieza seduciendo con una mirada irreal, transparente y, al tiempo, llena de fuerza y de luz donde las ondas cariñosas del agua bailan en una paleta de plateados acompañados por la calidez de amarillos y rosados que ofrecen esa permanente sensación de luminosidad tamizada por la niebla.