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Un gran árbol domina la composición sobre un fondo de paisaje estructurado con bandas horizontales. El motivo, reducido a un esquema abstracto, con afinidades en su forma a uno de los iconos más representativos del siglo XX, sugiere arraigo, equilibrio y vida, combinando todos los ingredientes de una buena técnica con esos valores extrapictóricos que dan atractivo al arte de Quesada.
